OPINIONES

SOBRE LOS CLÁSICOS
«Ha sido preciso que pasasen los años para comprender —y para atreverme a decirlo— que el Tasso es insoportable y para preferir una página de Julio Verne traducida por un analfabeto a toda la Ilíada, recitada por Homero en persona. Esto, que alguien dirá que es una blasfemia, no tengo inconveniente en repetirlo por los micrófonos de Unión Radio (EAJ7).»
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SOBRE LA LITERATURA
«Me divierte escribir, y me pagan para que lo haga. De suerte que me pagan para que me divierta.»
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SOBRE EL ESPÍRITU

«En la adolescencia y comienzo de la juventud fui un gran espiritualista. Hoy, el espiritualismo me arranca bostezos de un cuarto de hora. Entonces, la contemplación de un cadáver me hundía en profundas meditaciones, y me hacía preguntas, y me imaginaba respuestas, e incluso creía ver, en el vidrio entelado de aquellas pupilas, reflejos misteriosos de Regiones Inaccesibles. Hoy contemplo un cadáver y no se me ocurre decir más que:
—Está muerto.»
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SOBRE LA VERDAD
«Regla general, condensada de un largo y atento estudio de la Humanidad: cuando todo el mundo, absolutamente todo el mundo, esté de acuerdo en afirmar una cosa, negadla sin temor: es mentira. Y, por el contrario, cuando todo el mundo, absolutamente todo el mundo, esté de acuerdo en negar una cosa, afirmadla sin titubeos: es verdad
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SOBRE LAS MUJERES
«Una mujer que no se acomoda a nosotros tiene menos valor que un lavafrutas, aunque sea Friné rediviva; porque la mujer ideal, que ilumina nuestra existencia y la simplifica y la allana es acreedora de todo; pero la mujer real, que nos la obscurece, y la complica y la llena de obstáculos, únicamente merece que la tiremos por el hueco del ascensor.»
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SOBRE LOS AMIGOS
«Con frecuencia me he rebajado yo para elevar al rango de amigo a tipos indeseables. Y llego a tomar cariño a seres que me consta que no me estiman. Y amparo al que sé que es traidor y que va a difamarme a mis espaldas. Me consta que, quien no transige con todo esto, se ve obligado a vivir perpetuamente solo.»
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SOBRE LA VANIDAD
«Odio a los fatuos, y si las Leyes no existieran, dedicaría las tardes de los domingos a asesinar a tiros de pistola a todos los fatuos que conozco. También asesinaría a los que ahuecan la voz para hablar. Y a los que hablan alto sin ahuecar la voz. Y a algunos que ni ahuecan la voz ni hablan alto. En resumen: asesinaría bastante gente.»
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SOBRE LA VIDA DIARIA
«Suelo emplear tres horas en comidas, abrir cartas y decir que no estoy en casa a las visitas; dos en charlar con los amigos; una en leer diarios y revistas; tres en leer libros; una en jugar con el perro y en compras femeninas; ocho o nueve o diez en dormir; dos en visitas y una en contestar correspondencia. De suerte que –calculando que permanezco en el café escribiendo ocho o nueve horas diarias– el día tiene para mí treinta y una horas, lo que no me explico cómo puede suceder. Pero he vuelto a sumar y la cuenta es exacta.»
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SOBRE LOS ELOGIOS
«Jamás me he explicado el anhelante deseo de colocarle a otro sus cuartillas, que es común a casi todos los que escriben algo, y que sólo puede justificar la pobre y general vanidad humana, siempre hambrienta de elogios, vengan de quien vengan y aunque estén dictados simplemente por una elemental cortesía. Por mi parte, situado, por desgracia, en esa región emplazada a cien codos sobre la vanidad, y que se llama soberbia, leer mis comedias a cualquiera me violenta lo indecible.»
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SOBRE LAS MATEMÁTICAS
«Admiro a esos hombres que suman y restan deprisa y que multiplican sin equivocarse. En cuanto a los hombres que saben dividir, a ésos los miro con tanto respeto, que, por grande que haya sido nuestra amistad, nunca me he atrevido a tutearlos.»
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SOBRE LOS ACTORES
«Los actores verdaderos son tan pocos que caben juntos en una cabina telefónica, y estando todos dentro, se podría cerrar holgadamente la puerta; y quizá hubiera sitio aún para una mesa de billar; y dos baúles «harmann»; y un piano de cola.»
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SOBRE LA CENSURA
«No acierto mucho al escribir con los gustos y criterios de los que bajo dos regímenes diametralmente opuestos ejercen y han ejercido la fiscalización artística. Claro, que lo natural sería que la fiscalización artística no se ejerciera bajo ningún régimen.»
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SOBRE LA CREACIÓN ARTÍSTICA
«La rosa de los vientos de la creación artística no tiene cuatro puntos cardinales, sino treinta y dos, como la náutica, y esos treinta y dos puntos cardinales engendran millares de puntos matemáticos, a su derecha e izquierda, en el cuadrante del arte.»
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SOBRE EL TEATRO
«En esa especie de alféizar que es la batería el público tiene que apoyarse para contemplar siempre un inusitado espectáculo; esta valla de luz debe ser la frontera que separe dos mundos no sólo diferentes, sino distintos, opuestos, antagónicos: ahí, en la penumbra, la vida cotidiana, los problemas domésticos, lo corriente, lo normal; aquí, mil juegos de luz, lo puramente imaginario, lo imposible, lo absurdo, lo fantástico; ahí la realidad; aquí el sueño; ahí lo natural; aquí lo inverosímil; ahí las preocupaciones, las pesadumbre, la tristeza repetida; aquí —como compensación divina ofrecida por el arte— la despreocupación, las alegrías, la risa renovada.»
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SOBRE LOS IDEALES
«Querría fijar en el ánimo del lector una excelente idea de la Humanidad, de la Divinidad, del Mundo, de la Moral, de la Amistad, del Amor y de tantas cosas cuya envergadura nos obliga a utilizar las letras mayúsculas para expresarlas por la palabra escrita. Querría decir que todo es perfecto, bueno y justo; dar soluciones a conflictos políticos y sociales; cantar la honradez, la delicadeza y la nobleza de los seres; plasmar las tremendas penas del Infierno, los deleites exquisitos del Cielo y la idiotez insuperable del Limbo; querría —en fin— afirmar incluso que el Petróleo Gal crea glóbulos rojos y que los Hipofosfitos Salud contienen la caída del pelo. Pero no puedo hacerlo... No puedo. ¡No puedo! Y si lo hiciera, mis palabras sonarían tan a hueco como un tambor y sabrían tan a falso como un asiento de rejilla.»
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SOBRE LOS PERROS
«Adoro a los perros por espíritu de justicia, pues mientras se evidencia que el perro, esa encantadora bestia, es amigo del hombre, se evidencia también que el hombre, esa bestia estúpida, es enemigo del perro. Y los hombres que, por no ser bestias estúpidas, somos amigos de los perros, hemos de superar con nuestro cariño el desvío y la mala fe que los humanos en general tienen para ellos.»
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SOBRE EL PÚBLICO
«El público español es un público teatral refinado, lleno de solera teatral, habituado a ver más teatro que ningún otro público del mundo, verdadero «creador del Teatro»; público tan entusiasta y enamorado del teatro, que durante siglos lo ha visto de pie, sobre el suelo de guijarros al aire libre, soportando el cansancio físico y aguantando estoica y valientemente el frío helador y el calor asfixiante de los inviernos y de los veranos de España.»
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SOBRE EL HUMOR
«Y ha sido preciso todo el proceso gigantesco de la civilización; han sido precisos siglos de trabajo formidable y de luchas apocalípticas, de pensar, de imaginar, de calcular, de inventar, de ensayar, de tantear, de comprobar, de ejecutar mil y mil esfuerzos inmensos en todos los órdenes de la actividad humana para que el pantano tenebroso de lo sentimental o dramático brotase y emergiese la flor esplendorosa de lo cómico.»
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SOBRE LOS LECTORES
«Es el Libro y no el teatro, el que nos hace perdurar en el tiempo y en el espacio. El Libro atraviesa todas las fronteras y todos los mares y habla directamente a un público seleccionado que considera al novelista como algo suyo, casi familiar, y por el que llega a sentir una verdadera estimación personal.»
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SOBRE DIOS
«Cuando todo se hunde alrededor de uno, cuando se advierte la total soledad en que se vive, cuando se percibe la inmensa inanidad de la existencia, entonces, ¿a quién se va a volver los ojos? ¿A Carlos Marx? ¿Al presidente del Sindicato de la madera? ¿Al doctor Marañón?»
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SOBRE EL PUEBLO JUDÍO
«Si en la Tierra existe hoy un pueblo que sea tirano de los demás, ese pueblo sois vosotros. Tenéis todo el dinero y la influencia posibles. Dueños de las grandes empresas, agitáis el cetro de las finanzas y regís la vida del Mundo. Sois el resorte del poder, el barómetro de la riqueza y la balanza de la actividad. Tenéis todo eso; sois todo eso... y os parece poco. Los humanos os entregan su bolsillo y todavía queréis que os entreguen el corazón.»
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SOBRE LOS CANTANTES DE ZARZUELA
«El intérprete lírico es casi siempre un pésimo actor; no sabe hablar, ni moverse, ni actuar. Influido quizá por lo que le ve hacer al músico, no le da importancia al libro, y sí únicamente a la partitura. Constantemente, y a lo largo de la representación, parece estarle advirtiendo al público: «Esto que ahora digo no es cosa que valga la pena de escucharse; por eso hablo en camelo, en un tono monótono y como con prisa por acabar; lo bueno viene luego, en la romanza; allí sabrán lo que es la obra y quién soy yo.» Pero llega la romanza, y los gritos son tan superiores a la vocalización, que el público se queda definitivamente sin saber lo que es la obra.»
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SOBRE EL ATREZZO
«Lo natural sería que, al cabo de los años, y habiéndose acumulado el atrezzo de docenas de comedias, en cada una de esas guardarropías hubiese ya de todo, y que una simple visita a sus estantes bastase para hallar lo exigido por cada obra nueva. Pero no es así, ni mucho menos, y en virtud de no se sabe qué ocultas catástrofes acaecidas en la intimidad de sus mugrientas paredes, en las guardarropías no se encuentran sino pedazos de artilugios misteriosos de utilidad desconocida, restos destrozados de objetos inclasificables, pingajos intrigantes, algún que otro cencerro, dos o tres docenas de maceteros de finales de 1903, una cabeza de toro, muchos bastones, una collera con cascabeles, flores de trapo, horrendas estatuitas mutiladas por arriba o por abajo, cuatro paraguas, un peón, dos relojes de yeso, un pollo con patatas fritas de cartón piedra, cinco ejemplares encuadernados de la Cría del canario, la dentadura postiza de don Antonio Vico y un botijo sin pitorro.»
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SOBRE LOS CRÍTICOS
«El crítico que lleve botines, que hay quien los lleva; el que confunda a Esquilo con Esopo, que hay uno que los confunde; el que pretenda ser autor y crea que va a lograrlo siendo crítico (un 90 por 100 de ellos); el que afirme que no va nunca al cine; el que esté predispuesto a favor hacia lo extranjero; el que llame retruécano a cualquier chuscada indefinida; el que piense que cualquier tiempo pasado fue mejor; el que pueda escuchar un tópico sin rugir de indignación; el que no sepa que lo trágico y lo cómico tienen la misma categoría; el que hable alto para que le oiga el de al lado; el que coleccione capicúas; el que use calzoncillos largos o camiseta de franela; el que, sin ruborizarse, sea capaz de elogiar una sola página de Leandro Navarro; el tonto integral, en suma –y sálvese el que se salve–, ese crítico no puede juzgar una comedia mía ni yo puedo tolerárselo en silencio, porque «por tolerar en silencio la intromisión del necio se arruinan las civilizaciones» (Metastasio). (Cita colocada aquí para que algunos de esos críticos se apresuren a mirar en el diccionario quién fue Metastasio.)»
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SOBRE LA AMBICIÓN DEL HOMBRE MODERNO

«La ambición sin medida está en su pleno éxito. Ya todo el mundo quiere ser rico y poderoso, y fumarse unos puros de sesenta centímetros, provistos de una sortija de platino, y conducir un automóvil de cinco metros y medio, provisto de un bar americano, y tener una querida de un metro setenta y cinco, provista de tres muslos. Ya el ideal es hacerse famoso en una sola noche. Y llegar a ser un escritor genial sin escribir ni una línea. Y conseguir millones apretando un botón eléctrico, Y en suma: vivir sin luchar; conseguir el resultado máximo con el esfuerzo mínimo.»
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SOBRE POLÍTICA
«Jamás he sido hombre de «derechas» o de «izquierdas» (refiriéndome siempre a las españolas). Me gustaron siempre las ideas inherentes a los dos bandos y con su mezcla estaba hecha mi ideología ecléctica. […] Amaba el sentido histórico y reverencial de la tradición en mil aspectos, propio del programa de derechas y amaba también el sentido porvenirista y re­verencial del progreso y de la libertad, genuino del programa de izquierdas. Hubiera deseado, pues, una política española de tipo mixto, con lo bueno de los dos lados.»
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SOBRE EL SURREALISMO
«En varias de mis comedias yo he hecho con éxito surrealismo. Valía la pena explicar lo cerca que está él humor del surrealismo y cómo ambos son emanaciones directas de la sinrazón, por lo que le son difíciles de comprender a las gentes vulgares no preparadas para el ensueño.»
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SOBRE EL PROPIO CRITERIO
«Aquello que salió deforme de mi pluma lo he señalado inapelablemente como deforme, aunque un mundo entero pudiera afirmar que no lo era. Y, por el contrario, lo que he juzgado como bueno, como logrado, como conseguido lo he definido como conse­guido, como logrado y como bueno en contra de toda opinión u opiniones ajenas.»
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SOBRE LA FAMA PÓSTUMA
«Desconfío mucho de la exactitud y ponderación de eso que los simples llaman “juicio de la posteridad”, vacuo consuelo de fracasados del presente, y que para la opinión general humana es una especie de inapelable fallo de Salomón. Por mi parte, nunca he comprendido por qué en la posterioridad ha de existir una justicia superior y más sagaz que en la actualidad de cada artista o de cada nombre de ciencia. El juicio de la posteridad es tan equivocado o tan acertado —azarosamente y según los casos— como el de las épocas contemporáneas, pues ni las generaciones pasadas fueron en general más inteligentes que las actuales, ni las futuras van a serlo en general tampoco. Muchas veces he pensado, a este respecto, que si aquellos artistas exquisitos que se llamaron Calderón, Lope de Vega y Quevedo, por ejemplo, resucitaran de pronto hoy día y contemplaran a Cervantes erigido en lugar de ellos en emperador de la literatura mundial se volverían a morir en el acto, congestionados de risa y ahogados de indignación. ¡Y qué justamente indignados por cierto!»
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SOBRE EL HUMORISMO
«En el principio del Universo, en los tiempos oscuros y elementales de la prehistoria, existía lo dramático, pero no existía lo cómico; existía el dolor, pero no existía el placer; existían las dificultades y los obstácu­los, pero no existían las facilidades y las soluciones; exis­tían los sentimientos, pero no existían los razonamientos; existía la angustia, pero no existía el bienestar; existía in­cluso el crimen, pero no existía la risa. Y ha sido preciso todo el proceso gigantesco de la civi­lización; han sido precisos siglos de trabajo formidable y de luchas apocalípticas, de pensar, de imaginar, de calcular, de inventar, de ensayar, de tantear, de comprobar, de ejecu­tar mil y mil esfuerzos inmensos en todos los órdenes de la actividad humana para que el pantano tenebroso de lo sentimental o dramático brotase y emergiese la flor esplendorosa de lo cómico.»
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SOBRE LA FANTASÍA
«¿Y qué valor puede tener decirse o para representarse en un escenario lo que piensan todos, lo que les ha ocurrido a todos? ¿Para eso se edifican los teatros? ¿Para eso se construye el escenario y se le dota de instalación eléctrica, de maquinaria, de escotillones, de telares, de baterías, de diablas, de focos, de cuerdas, de ca­bles, de tornos, de poleas, de todos los elementos, en suma, necesarios para crear un mundo artificial e ilusorio? ¿Pues no sería mejor, pues no tendría un valor y una calidad superiores qué lo que se dijera en el escenario no fuera lo corriente y lo que piensan todos, sino lo excepcional y lo que no ha pensado ninguno?»
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SOBRE EL TEATRO CÓMICO

«En esa especie de alféizar que es la batería el público tiene que apoyarse para contemplar siempre un inusitado espectáculo; esta valla de luz debe ser la frontera que separe dos mundos no sólo diferentes, sino distintos, opuestos, antagónicos, ahí, en la penumbra, la vida cotidiana, los problemas domésticos, lo corriente, lo normal; aquí, mil juegos de luz, lo puramente imaginario, lo imposible, lo absurdo, lo fantástico; ahí la realidad; aquí el sueño; ahí lo natural; aquí lo inverosímil; ahí las preocupaciones, las pesadumbre, la tristeza repetida; aquí —como compensación divina ofrecida por el arte— la despreocupación, las alegrías, la risa renovada.»
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SOBRE EL ARTE PARA MINORÍAS

«Es preciso llevar al Teatro el Arte, pero de una manera que todo el mundo lo entienda y a todo el mundo le atraiga. Tirso, Calderón y Lope fueron tres artistas supremos y supieron elaborar su arte de manera que fuera entendido por todos y atrajera a todos. El autor que no posee cualidades para ser entendido por cuantos ocupan un teatro, no es autor, y con frecuencia tampoco es ar­tista.»
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SOBRE EL PROPIO PÚBLICO
«Yo contaba con un público propio, casi de mi exclusiva pertenencia, a un tiempo incon­dicional y dócil y a un tiempo duro y exigente, me toleraba a mí lo que no toleraba a otros; pero que también que esperaba siempre de mi lo que no esperaba de otros; que me pedía a mí determinados esfuerzos, posturas y calidades que no pedía a otros. Por lo demás, no sólo el ««hacerse» un público propio, sino la necesidad de hacérselo, es labor imprescindible de todo autor que sea artista. El verdadero artista tiene que crearse un público y sólo el que no es artista de veras se dirige al público que ya existe.»
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SOBRE LA INVEROSIMILITUD
«Desear lo vulgar es perderse en la masa maloliente del rebaño. Desear lo inverosímil es acercarse a la Divinidad. Querer lo inverosímil es ennoblecerse. Querer lo vul­gar es un envilecimiento premeditado. Amar lo vulgar es sumergirse en la oscuridad de la nada. Amar lo inverosímil es avanzar de cara hacia el sol. El joven que se inclina hacia lo vulgar nace viejo. El viejo que se inclina hacia lo inverosímil es joven. Lo inverosímil es el sueño. Lo vulgar es el ronquido. La Humanidad ronca. Pero el artista está en la obligación de hacerla soñar.»
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SOBRE EL CLÍMAX
«Al llegar allí, era preciso un acontecimiento extraordinario que elevase al máximo el interés de toda la comedia, justo en el instante en que ésta iba a terminar. Sin este acontecimiento extraordinario, surgiendo en los úl­timos instantes de las comedias, no hay gran éxito posible. Apréndanlo y no lo olviden los autores noveles. En Es­paña, en el oficio teatral español, no existe palabra propia que exprese ese acontecimiento final imprescindible en las comedias. En inglés, sí. En inglés se llama climax; y al especial cuidado de idearlo y aplicarlo siempre se deben todos los éxitos, por ejemplo, del cine norteamericano, pues en Hollywood no se ignora esta verdad axiomática, que sería muy conveniente que grabaran en su mente los jóve­nes autores españoles: EL ÉXITO DE UNA COMEDIA O DE UNA PELÍCULA DEPENDE DE SUS ÚLTIMOS DIEZ MINUTOS.»
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SOBRE LOS ENTREACTOS

«[Al teatro] le sobran, desde luego, los entreactos. Hay que acabar con los entreactos. El público va al teatro a ver las come­dias y no el telón de anuncios. La existencia del entreacto es una injuria para el autor, para los intérpretes y para la comedia, porque sólo se descansa de aquello que fatiga. El día que las comedias se representen sin interrupciones —cosa que particularmente espero conseguir—, al público le parecerá imposible que alguna vez hayan podido divi­dirse en actos, como hoy al público de Cine le parece im­posible que en otro tiempo las películas hayan podido pro­yectarse rollo a rollo.»
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