AFORISMOS

Cuando haya llegado el momento en que una mujer os coja el sombrero para acariciarlo mientras os habla, be­sadla sin miedo: os ama. 

Todo lo que a las mujeres les interesa de la cabeza de un hombre es el sombrero.

Si tenéis miedo de no poder vivir sin el amor de una persona y queréis evitar tal peligro, casaos con esa persona.

Los seres que no saben lo que es la vergüenza son los únicos que están en condiciones de llegar a tener vergüenza alguna vez.

El hombre que se ríe de todo es que todo lo desprecia.

La mujer que se ríe de todo es que sabe que tiene la den­tadura bonita.

El salvajismo no sabe reírse.

El forzoso descanso de los domingos es abrumador; pero existe un medio de huir al aburrimiento de los domingos: no trabajar en toda la semana.

En las mujeres que tienen la boca bonita, los dos labios son superiores.

Si queréis suprimir la política, suprimid los cafés.

Una gran pasión se parece a un ama de casa aburrida en que todo lo cambia constantemente de su sitio.

Si se os cae un botón, si echáis de menos una sortija, si queréis contemplar las piernas de una mujer, tiraos al suelo; todo eso lo hallaréis debajo de la mesa.

La dulzura del amor es la única dulzura que no con­duce a la diabetes.

El ferrocarril significa un invento tan extraordinario, que después de sesenta años de verlos funcionar, todavía «chocan» los trenes.

El miedo al peligro hace arrostrar los mayores peligros.

El político tiene que ser vil: tratar a sus amigos como si hubieran sido sus enemigos y a sus enemigos como si hubieran de llegar a ser sus amigos.

Casi todos los males sociales radican en que se cons­truyen pocos pesebres.

Cuando el gran hombre finge con habilidad, se dice de él que es un cómico. Cuando un cómico finge con habilidad, se dice de él que es un gran hombre.

Los vagones, las cerezas, los amantes y los cuentos idio­tas se enganchan unos a otros y el primero tira de los demás.

Malo es querer beber agua y no tener gota; pero peor es tener gota y no poder levantarse a beber agua.

El hombre es el animal que más se parece al hombre.

Una mujer de ojos bonitos nunca jugará a la «gallina ciega».

A los cuarenta años las mujeres aman con la precipitación del que toma el último tranvía.

Las más de las veces, cuando el hombre ama a una mujer, es porque no tiene otra a quien amar.

Entre el hombre y una mula hay una sola distinción: la de la mula.

La mujer es la ocupación del ocioso, el descanso del que trabaja, la inspiración del artista y la ruina del hombre de negocios.

Las mujeres y las espadas adquieren toda su importancia cuando están desnudas.

A las mujeres feas de cuerpos bonitos se las debe mirar únicamente como los clisés fotográficos: al trasluz.

La mujer y el libro que han de influir en una vida llegan siempre a las manos sin buscarlos.

Ser guapas es el defecto que más suele disculpárseles a las mujeres.

Quien hace feliz a una mujer es su esclavo; quien la hace desgraciada es su dueño.

La belleza de la mujer fracasa en el codo.

Una cuidadosa vigilancia de los padres sobre los hijos sirve para que sepan lo que los hijos hacen... después de que lo han hecho.

La felicidad suele darse, pero no recibirse.

De lejos todo parece más pequeño, a excepción del ser inteligente, que de lejos parece mayor.

Hay dos sistemas de lograr la felicidad: uno, hacerse el idiota; otro, serlo.

La mujer apasionada es con frecuencia confortable; la mujer coqueta es siempre incómoda.

Sólo los hombres sin experiencia prefieren la coqueta a la apasionada.

Cuando los inteligentes dan traspiés en la vida, ello obedece a que han supuesto en los demás su misma cantidad de inteligencia.

Quizá toda actividad obedece a un desarrollo nervioso.

La máxima actividad no es la de las manos, sino la del cerebro.

En la mujer apasionada, el amor es interno; en la coqueta, es mediopensionista.

Sin un método estricto, la actividad es un ajetreo inútil.

El pudor es una hemorragia interna.

Toda crueldad nace del miedo.

La apasionada es mujer; la coqueta es espectáculo.

El ser débil es el más cruel.

Para seducir basta con la seguridad de que se va a seducir.

Para seducir a una mujer lo más acertado es huir de ella.

A toda mujer la seduce que la seduzcan.

Humorismo es reasociar elementos previamente disociados.

Para conservar la admiración, muchos tienen que recordar que hubo un día en que admiraron.

Si se ha de ser admirado hay que permanecer inaccesible.

La muerte hace subir cien mil metros las admiraciones.

En toda admiración hay un resentimiento callado.

El ideal es siempre un horizonte.

Toda ilusión constituye un error poetizado.

El que no posee querría que nadie poseyese.

La propiedad tiene una tristeza: el miedo a perderla.

El ateo cree que él mismo es Dios.

La Filosofía es la Física recreativa del alma.

El fútbol es el bacilo de la guerra civil.

Cada ser tiene todo el tiempo que existe.

El que no hace alguna cosa por falta de tiempo es porque jamás tendría tiempo suficiente para hacerla.

La juventud pesa más que la vejez porque ésta está vacía de deseos, y la otra, rebosante de ansias.

Cuando el trabajo no constituye una diversión, hay que trabajar lo indecible para divertirse.

Es deber todo lo que exige el momento que se vive, y existen tantos deberes como momentos tiene la vida.

Los deberes ajenos se nos aparecen siempre clarísimos.

La misantropía es una forma del egoísmo.

La santidad es la utopía personificada.

Sólo puede haber santidad en quien no se cree santo.

El que habla de lo indecible hace paradojas.

El destino es siempre cruel e implacable con quienes proceden obedeciendo a un criterio extraño.

La energía del débil es siempre una injusticia.

En Arte, en Política y en Amor hay que obrar bien sin esperanza.

La leyenda es la hija de la Historia.

El mundo está regido por los imponderables.

El mundo es un presidio esférico.

Cada cien años hay que rehacer el mundo.

En muchos casos el orgullo suple a la convicción.

Todo intento de progreso social conduce al abismo, única salvación la da el pasado.

Si al pueblo se le da la razón, la pierde.

Al abogado deben decírsele las cosas bien claras para que él pueda embrollarlas con su intervención.

Los científicos puros están siempre de acuerdo; los líticos no lo están casi nunca.

La ciencia es el sentido común organizado.

La abogacía es la profesión de los ricos tontos y de los pobres listos.

El escritor, al escribir, enseña, y al descansar, aprende.

Lo que se lee sin esfuerzo ninguno, se ha escrito siempre con un gran esfuerzo.

En regir un Ejército hay siempre una brillante alegría; en gobernar un pueblo hay siempre una fatiga terrible.

Cuando se le embota la imaginación, el escritor recurre a la Historia.

El hombre suele quedarse soltero por estar enamorado de un ideal.

Quien confiesa tener celos se halla dispuesto a perdonar.

Media humanidad se esfuerza por hacer leyes justas, y la otra media se esfuerza por no cumplirlas.

Los celos son el delirio del instinto de la propiedad.

El despotismo de las leyes evita la arbitrariedad de los hombres.

Para ser agradable a una persona basta con elogiarle aquello para lo que no sirve.

Obtenida la victoria, ya nace un riesgo: perderla.

Sobre todo, no cejar nunca: es el principio base de la acción.

La acción exige un setenta por ciento de inconsciencia.

La mujer empieza a pregonar los escándalos ajenos cuando ya no tiene edad para producir escándalos propios.

Muchas veces se habla bien de las gentes: y es simple calumnia.

Si tienes razón o eres fuerte, verás siempre regateados tus méritos.

El que no vale para actuar se resigna y cree que así actúa.

El que espera siempre ver completamente claro, no obra jamás.

Lo que le da solidez a una ley es la excepción al aplicarla.

El recuerdo rehace los hechos cada seis u ocho años.

El desenlace absoluto no existe.

No hay vanidad más grande que la del filósofo.

Nadie es glorioso hasta que no empiezan a decir de él que es glorioso los que son incapaces de determinar qué sea glorioso.

Un ser de tres años es un niño, un niño de treinta años es un loco.

El niño es personalista, como los poetas; el loco es individualista, como los anarquistas.

En el interior del ser humano, romanticismo y realismo deben hallarse en partes iguales y al fiel; cuando la balanza cae de un lado o de otro, es que algo se ha podrido en aquella alma.

El cristianismo es romanticismo puro; el islamismo es realismo en esencia.

Unos aspiran los perfumes de las flores; otros las miran al microscopio.

Todo el mundo percibe en el acto el perfume que usa una mujer, menos su marido.

En nombre de otro, todos los humanos están dispuestos a sacrificarse.

Locos y niños viven desprendidos de la realidad.

El juego y la locura son realidad deformada.

La razón exasperada es ya locura.

Si la locura doliese, en todas las casas se oiría algún grito de dolor.

Ni el niño ni el loco conciben la muerte.

El animal sufre, luego tiene razón.

Educar a los ricos es inútil, y educar a los pobres, peligrosísimo.

Adán era de color negro: Eva era de color blanco; la unión de ambos ha producido una humanidad gris.

Desconfíese de la bondad de aquellas personas que aman la música; siempre tienen algo de fieras.

El éxito adormece; el fracaso excita.

Al que no tiene éxito, todo éxito le parece injusto.

La perfección, al personalizarse, se hace odiosa a todo el mundo; por ello debe reducirse a un símbolo, y sólo así resulta tolerable: en cuanto a su eficacia, como ejemplo, es nula.

Para tener éxito en la vida hay que considerar, ante todo, el egoísmo de los demás.

La tiranía de la Naturaleza supera a la de los déspotas más famosos del mundo.

La poesía es, ante todo, incoherencia.

La poesía es un pecado de juventud; un poeta viejo un monstruo.

El poeta es siempre un ser de alma antipoética.

El que consigue la libertad, casi nunca sabe qué hacer con ella.

La mayor tiranía es la debilidad o la barbarie apoyadas en la fuerza.

Todo arte es una mentira hermosa.

El oxígeno que se respira en la Patria es distinto a todos los demás.

La música es admirable para hablar de otras cosas mientras suena.

Inmortal realmente tiene que ser España para no haber sucumbido ya a tanto daño como le han hecho, al través de la Historia, los españoles.

El que piensa en algo antes que en su Patria, merece vivir y morir sin poder regresar a ella.

La imaginación falla cuando se trata de calcular los sufrimientos ajenos.

Historia es, desde luego, exactamente lo que se escribió, pero ignoramos si es exactamente lo que sucedió.

La opinión es un gran poder misterioso a la larga justo e irrazonable.

Toda prosperidad es aburridísima.

Lo incierto es peor que lo real.

Los médicos antiguos decían fórmulas mágicas. Los modernos dicen camelos. Pero el fin es el mismo: deslumbrar con vistas al cobro.

Un médico inteligente sólo debe aceptar enfermos leves.